Decides dedicarte a hacer tatuajes flash: Una idea de lo más original. Al menos, tus diseños están por encima del promedio. Comienzas a recibir trabajos y hacer dinero para pagar las cuentas. Comienzas a ganar notoriedad, mas la ironía rápidamente se hace evidente: deseabas crear ARTE pero pasas tu tiempo atendiendo comisiones de la gente más insólita, elaborando los tatuajes más absurdos que jamás habrías imaginado; eso, o te la pasas haciendo cover-ups del “arte” que otros tatuaron antes que Tú. La peor parte: llegó la gentrificación y en tu barrio ya hay más estudios de tatuajes por metro cuadrado que escuelas. Ahora… ¡Cada día de trabajo es una competencia!